Foto: Jorge Díaz |
La
presentación del libro “El agua y el pez” se realizó este jueves 20 de octubre en la Biblioteca del Sindicato Empleados de
Comercio.
Kurt
Lutman presentó su libro en Empleados de Comercio
La
presentación del libro “El agua y el pez” se realizó este jueves 20 de octubre en la Biblioteca del Sindicato Empleados de
Comercio, ubicada en el primer piso de Corrientes 450.
El
ex jugador de fútbol en el Club Newell’s Old Boys, escritor y militante por los
derechos humanos en la Agrupación “HIJOS”, Lutman recrea en su libro distintas
historias cortas, a la vez que rinde homenaje a jugadas y a jugadores.
La
venta del libro, prologado por Luis, su papá, e ilustrado por un amigo, Mauro
Marra, es tan especial como el propio autor, ya que la hace él mismo, puerta a
puerta, a bordo de su bicicleta, que a esta altura casi se mimetiza con su
cuerpo.
El
nombre del libro deviene del capítulo 8, que está dedicado al jugador Mauro
Amato, cuando la provincia de Tucumán estaba en manos del ex gobernador de
facto Antonio Domingo Bussi, ideólogo de la teoría del “agua y el pez” del
título.
Cuenta
en sus páginas cómo Amato en una noche de 1999 festejó un gol jugando para Atlético
de Tucumán levantando la camiseta y mostrando un dibujo de mujeres con pañuelos
blancos en la cabeza y la inscripción “aguanten las Madres”. El libro unifica el
fútbol con el compromiso social y los derechos humanos.
Un
capítulo especial merecen las críticas a las pruebas de chicos en fútbol
infantil y también un homenaje a un ídolo del mundo leproso, Santiago
“Cucurucho” Santamaría, fallecido hace poco tiempo y cuyas cenizas están esparcidas
en pleno campo de juego del club Newell´s old boys.
Parte
de la charla explica de cómo se vive el clásico en nuestra ciudad y como
cambiaron los tiempos señaló que,“hoy hay demasiada tensión, mucho drama en el fútbol, hay
responsabilidad en la prensa y en la gente. Si se pierde un partido peligra el
trabajo de un técnico y los jugadores se saturan por la presión. Ese temor
quita la belleza del juego, no se arriesga por miedo a fracasar en una jugada.
Antes al perder un clásico era doloroso, pero hoy parece un drama. No puede ser
que si al volver al barrio alguien me carga, le meta un tiro”.