Se cumplen 35 años del comienzo del reconocido
movimiento de madres que arriesgó su vida para denunciar la desaparición
de sus hijos a manos del gobierno militar. Hoy en día, hay dos
posturas.
por BBC Mundo
El 17 de junio de 1975, Alejandro Almeida le dijo a su madre, "Taty",
"voy a salir, ya vengo". Ella nunca más lo vio ni supo dónde quedaron
sus restos.
Alejandro fue una de las numerosas víctimas de la
violencia política que arrasó a Argentina, entre mediados de los años
setenta y principios de los ochenta.
Pero su caso es emblemático, porque el hijo de "Taty" Almeida es uno de los "desaparecidos".
Es
parte de las más de 30.000 personas que, según organismos de derechos
humanos, fueron asesinadas por grupos armados de extrema derecha o la
junta militar que gobernó en la época y de cuyos restos se desconoce su
paradero.
Una de las organizaciones que más visiblemente pidió
que se esclareciese esta situación la conformaron las madres de estos
"desaparecidos": Madres de Plaza de Mayo.
Este lunes, el
movimiento cumple 35 años de existencia. Un período en el que han
denunciado lo que le sucedió a sus hijos en medio de un ambiente de
escasas garantías constitucionales y, en ocasiones, hasta de peligro de
muerte.
Décadas después, muchas de iniciadoras de esta agrupación
han fallecido, sin saber qué fue de sus seres queridos. Sólo se presume
que fueron arrestados, torturados y asesinados de diferentes maneras.
DOS FORMAS DE PENSAR
El
30 de abril de 1977, un grupo de madres de detenidos (que aún no sabían
que en realidad serían "desaparecidos") decidió juntarse en la Plaza de
Mayo, de Buenos Aires.
"El objetivo era llevarle una carta a
(Jorge) Videla (presidente de la junta militar de ese entonces)",
recuerda Hebe de Bonafini, de 83 años, y una de las madres que estuvo en
ese momento.
La fecha marcó el inicio de una búsqueda que lleva
décadas. Se trataba de personas como De Bonafini, que vio cómo a dos de
sus hijos y su nuera se los llevaron los servicios de seguridad y nunca
más supo de ellos.
Pero en 1986, ya cuando había vuelto la
democracia a Argentina, lo que comenzó llamándose Madres de Plaza de
Mayo se fracturó ideológicamente, de manera irreversible.
De
Bonafini tomó las riendas de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo,
mientras que otras madres se agruparon bajo la organización Madres de
Plaza de Mayo Línea Fundadora (a la que pertenece Almeida).
Una
de las diferencias principales que llevó a la ruptura era el
planteamiento de buscar o no buscar a los hijos arrebatados por el
gobierno militar o grupos armados.
Para un lado era necesario apoyar la búsqueda, para el otro había que pensar como colectivo y no individualizar cada caso.
"Si
hay madres para las que es importante que les devuelvan un cuerpo y
enterrarlo, allá ellas. No se lo prohibimos", le dice De Bonafini a BBC
Mundo.
"Pero el pañuelo blanco (que llevan las madres en la
cabeza como símbolo) no va a ir nunca a un cementerio. Tiene que ver con
la vida y no con la muerte", agregó.
Almeida, en cambio, muestra la visión divergente del sector de madres que se separó en 1986.
"Yo quiero tocar los huesos de Alejandro antes de irme".
"La
opinión de la señora De Bonafini es muy respetable, pero nosotras
queremos encontrar los restos", afirma Almeida en conversación con BBC
Mundo.
En la práctica, esta divergencia ha significado que la
Asociación rechaza las tareas del Equipo Argentino de Antropología
Forense, mientras que Línea Fundadora, las elogia.
Simbólicamente, las diferencias también se tradujeron en dos acciones completamente diferentes por cada lado.
"En
nuestro pañuelo cada una lleva el nombre de sus hijos. Nosotras pedimos
por los 30.000 (desaparecidos), pero es importante que cada uno tenga
nombre y apellido", dice Almeida a la vez que se quita el pañuelo y
muestra el nombre y fecha de desaparición de su hijo Alejandro.
"Esto generó mucha discusión, por eso se fueron algunas de la Línea Fundadora", comenta De Bonafini.
CUESTION MONETARIA
"Nosotras
no queremos la lucha individual, ni la identificación. Lo que hay que
identificar es el proyecto político de estos tipos (los militares que
gobernaron entre 1976 y 1983)", dice la presidenta de la Asociación.
"Es
una conducta propia del capitalismo, de individualizar para hacer
perder fuerza al colectivo. Cuando te juntas no te quieren, porque saben
que votas después por una presidenta (en referencia a Cristina
Fernández de Kirchner)", señala.
Tras el retorno de la democracia
se decretó la entrega de una compensación económica de US$275.000 a
quienes hayan tenido un familiar "desaparecido".
La Asociación rechaza este pago, mientras que Línea Fundadora no.
"Al
firmar la reparación económica, te dicen que tienes que poner cuándo
crees que murió tu hijo. Yo no puedo hacer eso porque no lo sé. Lo
tienen que decir quienes se lo llevaron", aseveró De Bonafini.
Y agrega: "seguimos pensando que lo que hicimos estuvo bien porque crecimos mucho".
La Asociación de Madres de Plaza de Mayo ha tenido una evolución en la esencia de su reclamo.
Comenzó pidiendo saber dónde estaban sus hijos; luego la aparición con vida de los detenidos; y ahora castigo a los culpables.
Simultáneamente
se convirtió en una asociación civil que fundó una universidad, una
estación de radio y hasta construye viviendas de interés social (algo
que le ha valido críticas de quienes afirman que perdió su esencia).
EL RECUERDO PRESENTE
"Vamos a cumplir 35 años y no han sido en vano. Lo volveríamos a hacer. Nos llevaron a nuestros hijos", asegura Almeida,
"Yo
le doy mucha importancia a los cumpleaños redondos. Yo tenía 45 años
cuando se llevaron a Alejandro. Cumplí 50, 60, 70 y ahora 80 y no sé
nada. Sigo esperando".
Algunos restos de "desaparecidos" han sido encontrados con el tiempo.
Entre
los identificados se encuentran las tres fundadoras de Madres de Plaza
de Mayo: Azucena Villaflor de Vicenti, Esther Ballestrino y María Ponce
de Bianco.
Las tres fueron secuestradas a finales de 1977,
llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada, torturadas y luego
lanzadas -presumiblemente con vida- desde un avión al Río de la Plata.
Los
restos fueron encontrados al poco tiempo en las orillas del río y
enterrados en una fosa común, hasta su identificación en 2003. Las
cenizas de Villaflor fueron esparcidas en Plaza de Mayo.
"Ojalá no existiéramos las madres o los pañuelos. Ninguna eligió ser Madre de Plaza de Mayo, pero nos tocó", dice Almeida.
"Gracias a dios tengo otros hijos, nietos y una bisnieta. Pero nadie reemplaza a nadie. La herida no se cierra".